Los cazadores son una gran
necesidad para la sociedad del Siglo XXVI.
Lo que comenzó como un sistema
de resguardo en las ciudades amuralladas, se convirtió en un método
de ataque. El Ministerio de Defensa desarrolló un plan con la
filosofía de “la mejor defensa es el ataque”. Así empezaron a
salir los cazadores a territorio hostil.
Pero de los 100 que salían a
aniquilar bestias, solo volvían seis. O menos. Los cazadores no
podían seguir este ritmo. Debían empezar a organizar una mejor
estrategia.
El Mayor Adriano Livingston tuvo la
idea de crear una Academia para cazadores, reclutando a aquellos
aspirantes para convertirlos en máquinas de rastreo y aniquilación.
La Academia Livingston fue la
primera de su clase, con todos los recursos del Ministerio de Defensa
para graduar cazadores en rápidos cursos prácticos.
Guillermo Arocha perteneció a la
primera graduación de cazadores, pero en vez de salir a arrancar
cabezas a bestias por recompensas, volvió a su casa para diseñar un
estudio más profundo de rastreadores. Así nació “La Casa de la
Química Mortal”, donde los primeros reclutas fueron voluntarios,
internados en un programa de dos años para afinar las habilidades de
cacería en territorio hostil.
Las siguientes generaciones
debieron pagar grandes cantidades de oro para poder pertenecer a esta
pujante academia.
Entre los primeros voluntarios
estuvo Plomo, que para ese momento se llamaba Héctor. Su código de
cazador llegó para el inicio del segundo año, así como el resto de
sus compañeros de clase.
“La Casa de la Química Mortal”
aún gradúa cazadores, pero no tantos como la Academia Livingston.
El objetivo de Guillermo Arocha por concentrarse en la calidad, en la
pureza de la técnica de sus graduados, hace que pocos lleguen a
obtener el título.
Entre sus más destacados alumnos
está “Oro”, un atlético rubio de casi dos metros de alto, que
siempre rivaliza con Plomo, desde sus tiempos de compañeros de
clase, hasta sus días como cazadores profesionales.
Oro es quizás el hombre que más
recompensas ha obtenido del Ministerio de Defensa, pero se mantiene
en la búsqueda de bestias, solo por placer.
“Argón” es la mejor cazadora
que se ha graduado de “La Casa de la Química Mortal” y Arocha la
convirtió en su guardaespaldas personal. Con la fuerza del arma que
construyó, Argón es capaz de derribar a diez criaturas de un solo
golpe.
Para Arocha es su arma secreta,
en caso de que las murallas caigan y el director de la academia, vive
con mucha paranoia al respecto.
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