domingo, 5 de junio de 2016

La Casa de la Química Mortal

Los cazadores son una gran necesidad para la sociedad del Siglo XXVI.

Lo que comenzó como un sistema de resguardo en las ciudades amuralladas, se convirtió en un método de ataque. El Ministerio de Defensa desarrolló un plan con la filosofía de “la mejor defensa es el ataque”. Así empezaron a salir los cazadores a territorio hostil.

Pero de los 100 que salían a aniquilar bestias, solo volvían seis. O menos. Los cazadores no podían seguir este ritmo. Debían empezar a organizar una mejor estrategia.

El Mayor Adriano Livingston tuvo la idea de crear una Academia para cazadores, reclutando a aquellos aspirantes para convertirlos en máquinas de rastreo y aniquilación.

La Academia Livingston fue la primera de su clase, con todos los recursos del Ministerio de Defensa para graduar cazadores en rápidos cursos prácticos.

Guillermo Arocha perteneció a la primera graduación de cazadores, pero en vez de salir a arrancar cabezas a bestias por recompensas, volvió a su casa para diseñar un estudio más profundo de rastreadores. Así nació “La Casa de la Química Mortal”, donde los primeros reclutas fueron voluntarios, internados en un programa de dos años para afinar las habilidades de cacería en territorio hostil.

Las siguientes generaciones debieron pagar grandes cantidades de oro para poder pertenecer a esta pujante academia.

Entre los primeros voluntarios estuvo Plomo, que para ese momento se llamaba Héctor. Su código de cazador llegó para el inicio del segundo año, así como el resto de sus compañeros de clase.

La Casa de la Química Mortal” aún gradúa cazadores, pero no tantos como la Academia Livingston. El objetivo de Guillermo Arocha por concentrarse en la calidad, en la pureza de la técnica de sus graduados, hace que pocos lleguen a obtener el título.

Entre sus más destacados alumnos está “Oro”, un atlético rubio de casi dos metros de alto, que siempre rivaliza con Plomo, desde sus tiempos de compañeros de clase, hasta sus días como cazadores profesionales.

Oro es quizás el hombre que más recompensas ha obtenido del Ministerio de Defensa, pero se mantiene en la búsqueda de bestias, solo por placer.

Argón” es la mejor cazadora que se ha graduado de “La Casa de la Química Mortal” y Arocha la convirtió en su guardaespaldas personal. Con la fuerza del arma que construyó, Argón es capaz de derribar a diez criaturas de un solo golpe.


Para Arocha es su arma secreta, en caso de que las murallas caigan y el director de la academia, vive con mucha paranoia al respecto.

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